Peñalosa. Los locos y los pañuelos: Mario Morales
Los locos y los pañuelos
ElEspectador.com - Tampoco huele bien tanto embeleco:
con el metro de Bogotá,
con la reserva Van Der Hammen y
con la venta de las empresas públicas de la capital ...
Necesitaremos uno para
taparnos la nariz por la fetidez de la condición humana puesta de manifiesta en
tantos actos irracionales, otro para enjugar las lágrimas por tantos dolores
innecesarios y frustraciones absurdas, y uno más en señal de indefensión,
auxilio o esperanza para que el próximo sea mejor.
Y es que no se sabe qué
huele más feo de lo que hemos llegado a ser en este año que claudica: Si el
ignorado genocidio en Alepo, del que solo hablamos por secuelas del terror; o el
sistemático y siempre minimizado exterminio de defensores derechos humanos en
Colombia; o el abandono a su suerte de venezolanos y guajiros; o la sevicia
inverosímil contra las mujeres e infantes golpeados, violados, empalados o
asesinados en todas partes del planeta.
Pero también es
nauseabundo reconfirmar, como lo ha dicho el Consejo de Estado, el engaño
generalizado y confesado de un sector de la derecha que se escondió en el No
para ocultar sus malos aires en contra de la paz; o de quienes se declaran
perseguidos de la justicia para evitar su extradición y el peso de la justicia;
o de quienes atentan contra sus semejantes por venganza, desidia o ambición
como pasó con el siniestro del equipo chapecoense, y como se presiente que
puede seguir pasando si se confirma lo que se rumora en algunos aeropuertos del
país y en la misma Aerocivil.
Tampoco huele bien
tanto embeleco con el metro de Bogotá, con la reserva Van Der Hammen y con la
venta de las empresas públicas de la capital que sigue paralizada en un largo
trancón de ineficiencia, soberbia y desgobierno.
Quizás sea cierto que
hay mucho loco suelto como se ve en los actos terroristas, o mucho loco que
cree no estarlo y presume de inocente, o muchos que presumen de locos para
seguir haciendo de las suyas, pero también muchos que nos hacemos los locos
pensando que todo es asunto de tener o cambiar de pañuelos.
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